Delors, Jacques (1994). "Los cuatro pilares de la educaci贸n", en La Educaci贸n encierra
un tesoro. M茅xico: El Correo de la UNESCO, pp. 91-103.
LOS CUATRO PILARES DE LA EDUCACI脫N
El siglo XXI, que ofrecer谩 recursos sin precedentes tanto a la circulaci贸n y al almacenamiento
de informaciones como a la comunicaci贸n, plantear谩 a la educaci贸n una doble exigencia que, a
primera vista, puede parecer casi contradictoria: la educaci贸n deber谩 transmitir, masiva y
eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos te贸ricos y t茅cnicos evolutivos,
adaptados a la civilizaci贸n cognoscitiva, porque son las bases de las competencias del futuro.
Simult谩neamente, deber谩 hallar y definir orientaciones que permitan no dejarse sumergir por la
corrientes de informaciones m谩s o menos ef铆meras que invaden los espacios p煤blicos y
privados y conservar el rumbo en proyectos de desarrollo individuales y colectivos. En cierto
sentido, la educaci贸n se ve obligada a proporcionar las cartas n谩uticas de un mundo complejo
y en perpetua agitaci贸n y, al mismo tiempo, la br煤jula para poder navegar por 茅l.
Con esas perspectivas se ha vuelto imposible, y hasta inadecuado, responder de
manera puramente cuantitativa a la insaciable demanda de educaci贸n, que entra帽a un bagaje
escolar cada vez m谩s voluminoso. Es que ya no basta con que cada individuo acumule al
comienzo de su vida una reserva de conocimientos a la que podr谩 recurrir despu茅s sin limites.
Sobre todo, debe estar en condiciones de aprovechar y utilizar durante toda la vida cada
oportunidad que se le presente de actualizar, profundizar y enriquecer ese primer saber y de
adaptarse a un mundo en permanente cambio.
Para cumplir el conjunto de las misiones que les son propias, la educaci贸n debe
estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida
ser谩n para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer,
es decir, adquirir los instrumentos de la comprensi贸n; aprender a hacer, para poder influir
sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los dem谩s en
todas las actividades humanas; por ultimo, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge
elementos de los tres anteriores. Por supuesto, estas cuatro v铆as del saber convergen en una
sola, ya que hay entre ellas m煤ltiples puntos de contacto, coincidencia e intercambio.
Mas, en general, la ense帽anza escolar se orienta esencialmente, por no decir que de
manera exclusiva, hacia el aprender a conocer y, en menor medida, el aprender a hacer. Las
otras dos formas de aprendizajes dependen las m谩s de las veces de circunstancias aleatorias,
cuando no se les considera una mera prolongaci贸n, de alguna manera natural, de las dos
primeras. Pues bien, la comisi贸n estima que, en cualquier sistema de ense帽anza estructurado,
cada uno de esos cuatro “pilares del conocimiento” debe recibir una atenci贸n equivalente a fin
de que la educaci贸n sea para el ser humano, en su calidad de persona y de miembro de la
sociedad, una experiencia global y que dure toda la vida en los planos cognoscitivos y practico.
Desde el comienzo de su actuaci贸n, los miembros de la Comisi贸n fueron conscientes
de que, para hacer frente a los retos del siglo XXI, seria indispensable asignar nuevos objetivos
a la educaci贸n y, por consiguiente, modificar la idea que nos hacemos de su utilidad. Una nueva
concepci贸n m谩s amplia de la educaci贸n deber铆a llevar a cada persona a descubrir, despertar e
incrementar sus posibilidades creativas, actualizando as铆 el tesoro escondido en cada uno de
nosotros, lo cual supone trascender una visi贸n puramente instrumental de la educaci贸n,
percibida como la v铆a obligada para obtener determinados resultados (experiencia pr谩ctica,
adquisici贸n de capacidades diversas, fines de car谩cter econ贸mico), para considerar su funci贸n
en toda su plenitud, a saber, la realizaci贸n de la persona que, toda ella, aprender a ser.
Aprender a conocer
Este tipo de aprendizaje, que tiende menos a la adquisici贸n de conocimientos clasificados y
codificados que al dominio de los instrumentos mismos del saber, puede considerarse ala vez
medio y finalidad de la vida humana.
En cuanto a medio, consiste para cada persona en aprender a comprender el mundo
que la rodea, al menos suficientemente para vivir con dignidad, desarrollar sus capacidades
profesionales y comunicarse con los dem谩s. Como fin, su justificaci贸n es el placer de
comprender, conocer, de descubrir.
Aunque el estudio sin aplicaci贸n inmediata este cediendo terreno frente al predomino
actual de los conocimientos 煤tiles, la tendencia a prolongar la escolaridad e incrementar el
tiempo libre deber铆a permitir a un numero cada vez mayor de adultos apreciar las bondades
del conocimiento y de la investigaci贸n individual. El incremento del saber, que permite
comprender mejor las m煤ltiples facetas del propio entorno, favorece el despertar de la
curiosidad intelectual, estimula el sentido critico y permite descifrar la realidad, adquiriendo al
mismo tiempo una autonom铆a de juicio. Desde esa perspectiva, insistimos en ello, es
fundamental que cada ni帽o , donde quiera que este, pueda acceder de manera adecuada al
razonamiento cient铆fico y convertirse para toda la vida en un “amigo de la ciencia” 1 en los
niveles de ense帽anza secundaria y superior, la formaci贸n inicial de proporcionar a todos los
alumnos los instrumentos, conceptos y modos de referencia resultantes del progreso cient铆fico
y de los paradigmas del 茅poca.
Sin embargo, puesto que el conocimiento es m煤ltiple e infinitamente evolutivo, resulta
cada vez m谩s ut贸pico pretender conocerlo todo; por ello m谩s all谩 de la ense帽anza b谩sica, la
idea de un saber omnisciente es ilusoria. Al mismo tiempo, la especializaci贸n incluso en el
caso de futuros investigadores no debe excluir una cultura general. “En nuestros d铆as una
mente verdaderamente formada necesita una amplia cultura general y tener la facilidad de
estudiar a fondo un peque帽o numero de materias. De un extremo a otro de la ense帽anza,
debemos favorecer la simultaneidad de ambas tendencias”2 pues la cultura general, apertura a
otros lenguajes y conocimientos, permite ante todo comunicar. Encerrado en su propia
ciencia, el especialista corre un riego de desinteresarse de lo que hacen los dem谩s. En
cualesquiera circunstancias, le resultara dif铆cil cooperar. Por otra parte, argamasa de las
sociedades en el tiempo y en el tiempo y en el espacio, la formaci贸n cultural entra帽a a una
apertura a otros campos del saber, lo que contribuye a fecundas sinergia entre disciplinas
diversas. En el 谩mbito de la investigaci贸n, en particular, el progreso de los conocimientos se
produce a veces en el punto en el que confluyen disciplinas diversas.
Aprender para conocer supone, en primer termino, aprender a aprender, ejercitando
la atenci贸n, la memoria y el pensamiento. Desde la infancia, sobre todo en las sociedades
dominadas por la imagen televisiva, el joven debe aprender a concentrar su atenci贸n alas cosas
y alas personas. La vertiginosa sucesi贸n de informaciones en los medios de comunicaci贸n y el
frecuente cambio del canal de televisi贸n, atenta contra el proceso de descubrimiento, que
requiere una permanencia y una profundizaci贸n de la informaci贸n captada. Este aprendizaje de
la atenci贸n puede adoptar formas diversas y sacar provecho de m煤ltiples ocasiones de la vida
(juegos, visitas a empresas, viajes, trabajos pr谩cticos, asignaturas cient铆ficas, etc.).
El ejercicio de la memoria, por otra parte, es un ant铆doto necesario contra la invasi贸n
de las informaciones instant谩neas que difunden los medios de comunicaci贸n masiva. Seria
1
Informe de la tercera reuni贸n de comisi贸n par铆s, 12-15 de enero de 1994
2
V茅ase Lurent Schwartz “ L’enseignement scientifique”, en Institut de France, Reflexions sur
L’enseignement, Paria, Flammarion, 1993.
peligroso imaginar que la memoria ha perdido su utilidad debido a la formidable capacidad de
almacenamiento y difusi贸n de datos de que disponemos en la actualidad. Desde luego, hay que
ser selectivos, en la elecci贸n de los datos que aprenderemos “de memoria”, pero debe
cultivarse con esmero la facultad intr铆nsecamente humana de memorizaci贸n asociativa,
irreductible a un automatismo. Todos los especialistas coinciden en afirmar la necesidad de
entrenar la memoria desde la infancia y estiman inadecuado suprimir de la pr谩ctica escolar
algunos ejercicios tradicionales considerados tediosos.
Por 煤ltimo, el ejercicio del pensamiento, en el que el ni帽o es iniciado primero por sus
padres y m谩s tarde por sus maestros, debe entra帽ar una articulaci贸n entre lo concreto y lo
abstracto. Asimismo, convendr铆a combinar tanto en la ense帽anza como en la investigaci贸n los
dos m茅todos, el deductivo y el inductivo, a menudo presentados como opuestos. Seg煤n las
disciplinas que se ense帽en, uno resultar谩 m谩s pertinente que el otro, pero en la mayor铆a de los
casos la concatenaci贸n del pensamiento requiere combinar ambos.
El proceso de adquisici贸n del conocimiento no concluye nunca y puede nutrirse de
todo tipo de experiencias. En ese sentido, se entrelaza de manera creciente con la experiencia
del trabajo, a medida que 茅ste pierde su aspecto rutinario. Puede considerarse que la
ense帽anza b谩sica tiene 茅xito si aporta el impulso y las bases que permitir谩n seguir aprendiendo
durante toda la vida, no s贸lo en el empleo sino tambi茅n al margen de 茅l.
Aprender a hacer
Aprender a conocer y aprender a hacer son, en gran medida, indisociables. Pero lo segundo
esta m谩s estrechamente vinculado a la cuesti贸n de la forma profesional: ¿c贸mo ense帽ar al
alumno a poner en pr谩ctica sus conocimientos y, al mismo tiempo, como adaptar la ense帽anza
al futuro mercado del trabajo, cuya evoluci贸n no es totalmente previsible? La comisi贸n
procurara responder en particular a esta 煤ltima interrogante.
Al respecto, corresponde establecer una diferencia entre las econom铆as industriales, en
las que predomina el trabajo asalariado, y las dem谩s, en las que subsiste todav铆a de manera
generalizada el trabajo independiente o ajeno al sector estructurado de la econom铆a. En las
sociedades basadas en el salario que se han desarrollado a lo largo del siglo XX conforme al
modelo industrial, la sustituci贸n del trabajo humano por maquinas convierte a aquel en algo
cada vez m谩s inmaterial y acent煤a el car谩cter conflictivo de las tareas, incluso la industria, as铆
como la importancia de los servicios en la actividad econ贸mica. Por lo dem谩s, el futuro de esas
econom铆as esta suspendido a su capacidad de transformar el progreso de los conocimientos e
innovaciones generadoras de nuevos empleos y empresas. As铆 pues, ya no puede darse a la
expresi贸n “aprender a hacer” el significado simple que tenia cuando se trataba de preparar a
alguien para una tarea material bien definida, para que participase en la fabricaci贸n de algo. Los
aprendizajes deben, as铆 pues, evolucionar y ya no pueden considerarse mera transmisi贸n de
practicas mas o menos rutinarias, aunque estos conserven un valor formativo que no debemos
desestimar.
De la noci贸n de calificaci贸n a la de competencia
El dominio de las dimensiones cognoscitiva e informativa en los sistemas de producci贸n
industrial vuelve algo caduca la noci贸n de calificaci贸n profesional, entre otros en el caso de los
operarios y los t茅cnicos, y tienden a privilegiar la de competencia personal. En efecto, el
progreso t茅cnico modifica de manera ineluctable las calificaciones que requieren los nuevos
procesos de producci贸n. A las tareas puramente f铆sicas suceden tareas de producci贸n m谩s
intelectuales, m谩s cerebrales como el mando de maquinas, su mantenimiento y
supervisi贸n y tareas de dise帽o, estudio y organizaci贸n, a medida que las propias maquinas se
vuelven m谩s “inteligentes” y que el trabajo se “desmaterializa”.
Este incremento general de los niveles de calificaci贸n exigidos tiene varios or铆genes.
Con respecto a los operarios, la yuxtaposici贸n de las tareas obligadas y del trabajo
fragmentado sede ante una organizaci贸n “colectivos de trabajo” o “grupos de proyecto”,
siguiendo las practicas de las empresas japonesas: una especie de taylorismo al rev茅s; los
desempleados dejan de ser intercambiables y las tareas se personalizan. Cada vez con mas
frecuencia, los empleadores ya no exigen una calificaci贸n determinada, que consideran
demasiado unida todav铆a a la idea de pericia material, y piden, en cambio, un conjunto de
competencias especificas a cada persona, que combina la calificaci贸n propiamente dicha,
adquirida mediante la formaci贸n t茅cnica y profesional, el comportamiento social, la aptitud
para trabajar en equipo, la capacidad de iniciativa y la de asumir riesgos.
Si a estas nuevas exigencias a帽adimos la de un empe帽o personal del trabajador,
considerando como agente del cambio, resulta claro que ciertas cualidades muy subjetivas,
innatas o adquiridas que los empresarios denominan a menudo “saber ser” se combinan
con los conocimientos te贸ricos y pr谩cticos para componer las competencias solicitadas; esta
situaci贸n ilustra de manera elocuente, como ha destacado la comisi贸n, 茅l vinculo que la
educaci贸n debe mantener entre los diversos aspectos del aprendizaje entre estas cualidades,
cobra cada vez mayor importancia la capacidad de comunicarse y de trabajar con los dem谩s, de
afrontar y solucionar conflictos. El desarrollo de las actividades de servicios tiende a acentuar
esta tendencia.
La “desmaterializaci贸n” del trabajo y las actividades de servicios en el sector asalariado. Las
repercusiones de la “desmaterializaci贸n “de las econom铆as avanzadas en el aprendizaje se
ponen en manifiesto inmediatamente al observar la evoluci贸n cuantitativa y cualitativa de los
servicios, categor铆a muy diversificada que se define sobre todo por exclusi贸n, como aquella
que agrupa actividades que no son ni industriales ni agr铆colas y que, a pesar de su diversidad,
tienen en com煤n el hecho de no producir ning煤n bien material.
Muchos servicios se definen principalmente en funci贸n de la relaci贸n interpersonal que
generan. Podemos citar ejemplos tanto en el sector comercial (peritajes de todo tipo, servicios
de supervisi贸n o de asesoramiento tecnol贸gico, servicios financieros, contables o
administrativos) que proliferan nutri茅ndose de la creciente complejidad de las econom铆as,
como la del sector no comercial m谩s tradicional (servicios sociales, de ense帽anza, de sanidad,
etc.). En ambos casos, es primordial la actividad de informaci贸n y de comunicaci贸n; se pone al
acento en el acopio y la elaboraci贸n personalizada de informaciones especificas, destinadas a
un proyecto preciso. En ese tipo de servicios, la calidad de la relaci贸n entre el prestatario y el
usuario dependen tambi茅n en gran medida del segundo. Resulta entonces comprensible que la
tarea de la que se trate ya no pueda prepararse de la misma manera que si se fuera a trabajar
la tierra o a fabricar una chapa met谩lica. La relaci贸n con la materia y la t茅cnica debe ser
complementada por una aptitud para las relaciones interpersonales. El desarrollo de los
servicios obliga, pues, a cultivar cualidades humanas que las formaciones tradicionales no
siempre inculcan y que corresponden a la capacidad de establecer relaciones estables y eficaces
entre las personas.
Por 煤ltimo, es concebible que en las sociedades ultratecnificadas del futuro la
deficiente interacci贸n entre los individuos puede provocar graves disfunciones, cuyas
superaci贸n exijan nuevas calificaciones, basadas mas en el comportamiento que en el bagaje
intelectual, lo que quiz谩 ofrezca posibilidades a las personas con pocos o sin estudios escolares,
pues la instituci贸n, el discernimiento, la capacidad de prever el futuro y de crear un esp铆ritu de
equipo no son cualidades reservadas forzosamente a los mas diplomados. ¿C贸mo y donde
ense帽ar estas cualidades, innatas? No es tan f谩cil deducir cuales deben ser los contenidos de
una formaci贸n que permita adquirir las capacidades o aptitudes necesarias. El problema se
plantea tambi茅n a prop贸sito de la formaci贸n profesional en los piases en desarrollo.
El trabajo en la econom铆a no estructurada
En las econom铆as en desarrollo donde la actividad asalariada no predomina, el trabajo es de
naturaleza muy distinta. Hay mucho pa铆ses de 脕frica subsaarihana y algunos de Am茅rica latina y
Asia solo un peque帽o segmento de la poblaci贸n trabaja el r茅gimen asalariado y la inmensa
mayor铆a participa en la econom铆a tradicional de subsistencia. Hablando con propiedad, no
existen ninguna funci贸n referencial laboral; los conocimientos t茅cnicos suelen ser de tipo
tradicional. Adem谩s, la funci贸n del aprendizaje no se limita al trabajo, si no que debe satisfacer
el objetivo m谩s amplio de una participaci贸n y de desarrollo dentro de los sectores
estructurado o no estructurado de la econom铆a. A menudo, se trata de adquirir a la vez una
calificaci贸n social y una formaci贸n profesional.
En otros pa铆ses en desarrollo hay, adem谩s de la agricultura y de un reducido sector
estructurado, un sector econ贸mico al mismo tiempo moderno y no estructurado, a veces
bastante din谩mico, formado por actividades artesanales, comerciales y financieras, que indican
que existen posibilidades empresariales perfectamente adaptadas a las condiciones locales.
En ambos casos, de los numerosos estudios realizados en pa铆ses en desarrollo se
desprende que estos consideran que su futuro estar谩 estrechamente vinculado a la adquisici贸n
de la cultura cient铆fica que les permitir谩 acceder a la tecnolog铆a moderna, sin descuidar por ello
las capacidades concretas de innovaci贸n y creaci贸n inherentes al contexto local.
Se plantea entonces una pregunta com煤n a los pa铆ses, desarrollados y en desarrollo:
¿C贸mo aprender a comportarse eficazmente en una situaci贸n de incertidumbre, como
participar en la creaci贸n del futuro?
Aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los dem谩s
Sin duda, este aprendizaje constituye una de las principales empresas de la educaci贸n
contempor谩nea. Demasiado a menudo, la violencia que impera en el mundo contradice la
esperanza que algunos hab铆an depositado en el progreso de la humanidad. La historia humana
siempre ha sido conflictiva, pero hay elementos nuevos que acent煤an el riesgo, en particular el
extraordinario potencial de autodestrucci贸n que la humanidad misma ha creado durante el
siglo XX. A trav茅s de los medios de comunicaci贸n masiva, la opini贸n p煤blica se convierte en
observadora impotente, y hasta en reh茅n, de quienes generan o mantienen vivos los conflictos.
Hasta el momento, la educaci贸n no ha podido hacer mucho para modificar esta situaci贸n.
¿Seria posible concebir una educaci贸n que permitiera evitar los conflictos o solucionarlos de
manera pacifica, fomentando el conocimiento de los dem谩s, de sus culturas y espiritualidad?
La idea de ense帽ar la no-violencia en la escuela es loable, aunque solo sea un
instrumento entre varios para combatir los prejuicios que llevan al enfrentamiento. Es una
tarea ardua, ya que, como es natural, los seres humanos tienden a valorar en exceso sus
cualidades y las del grupo al que pertenecen y a alimentar prejuicios desfavorables hacia los
dem谩s. La actual atm贸sfera competitiva imp茅rate en la actividad econ贸mica de cada naci贸n y,
sobre todo a nivel internacional, tiende adem谩s a privilegiar el esp铆ritu de competencia y el
茅xito individual. De hacho, esa competencia da lugar a una guerra econ贸mica despiadada y
provoca tensiones entre los poseedores y los despose铆dos que fracturan las naciones y el
mundo y exacerban las rivalidades hist贸ricas. Es de lamentar que, a veces, a la educaci贸n
contribuya a mantener ese clima al interpretar de manera err贸nea la idea de emulaci贸n.
¿C贸mo mejorar esta situaci贸n? La experiencia demuestra que, para disminuir ese
riesgo, no basta con organizar el contacto y la comunicaci贸n entre miembros de grupos
diferentes (por ejemplo, en escuelas a las que concurran ni帽os de varias etnias o religiones).
Por el contrario, si esos grupos compiten unos con otros o no est谩n en una situaci贸n
equitativa en el espacio com煤n, este tipo de contacto puede agravar las tensiones latentes y
degenerar en conflictos. En cambio, si la relaci贸n se establece en un contexto de igualdad y se
formulan objetivos y proyectos comunes, los prejuicios y la hostilidad subyacente pueden dar
lugar a una cooperaci贸n m谩s serena e, incluso, a la amistad.
Parecer铆a entonces adecuado dar a la educaci贸n dos orientaciones complementarias.
En el primer nivel, el descubrimiento gradual del otro. En el segundo, y durante toda la vida, la
participaci贸n en proyectos comunes, un m茅todo quiz谩 eficaz para evitar o resolver los
conflictos latentes.
El descubrimiento del otro
La educaci贸n tiene una doble misi贸n: ense帽ar la diversidad de la especie humana y contribuir a
una toma de coincidencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres
humanos. Desde la primera infancia, la escuela debe, pues, aprovechar todas las oportunidades
que se presenten para esa doble ense帽anza. Algunas disciplinas se prestan particularmente a
hacerlo, como la geograf铆a humana desde la ense帽anza primaria y, m谩s tarde, los idiomas
extranjeros.
El descubrimiento del otro pasa forzosamente por el descubrimiento de uno mismo;
por consiguiente, para desarrollar en el ni帽o y el adolescente una visi贸n cabal del mundo la
educaci贸n, tanto si la imparte la familia como si la imparte la comunidad o la escuela, primero
debe hacerle descubrir quien es. Solo entonces podr谩 realmente ponerse en el lugar de los
dem谩s y comprender sus reacciones. El fomento de esta actitud de empat铆a en la escuela era
fecundo para los comportamientos sociales a lo largo de la vida. As铆, por ejemplo si se ense帽a
a los j贸venes adoptar el punto de vista de otros grupos 茅tnicos o religiosos, se pueden editar
incomprensiones generadoras del odio y violencia en los adultos. As铆 pues, la ense帽anza de la
historia de las religiones o de los usos y costumbre puede servir de 煤til referencia para futuros
comportamientos 3 por ultimo, la forma misma de la ense帽anza no debe oponerse a este
reconocimiento del otro. Los profesores que, a fuerza de dogmatismo, destruyen la curiosidad
o el esp铆ritu cr铆tico en lugar de despertarlos en sus alumnos, pueden ser m谩s perjudiciales que
ben茅ficos. Al olvidar que son modelos para los j贸venes, su actitud puede atentar de manera
permanente contra la capacidad de sus alumnos de aceptar la alteridad y hacer frente a las
inevitables tensiones entres seres humanos, grupos y naciones. El enfrentamiento, mediante el
dialogo y el intercambio de argumentos, ser谩 unos de los instrumento necesarios de la
educaci贸n del siglo XXI.
Tender hacia objetivos comunes
Cuando se trabaja mancomunadamente en proyectos motivadores que permiten escapar a la
rutina, disminuyen y a veces hasta desaparecen las diferencias e incluso los conflictos
entre los individuos. Esos proyectos que permiten superar los h谩bitos individuales y valoran los
puntos de convergencia por encima de los aspectos que se paran, dan origen a un nuevo modo
de identificaci贸n. Por ejemplo, gracias a la practica del deporte, ¡cuantas tensiones entre clases
sociales o nacionalidades han acabado por transformarse en solidaridad, a trav茅s de la pugna y
la felicidad del esfuerzo com煤n¡. As铆 mismo, en el trabajo, ¡cuantas realizaciones podr铆an no
haberse concretado si los conflictos habituales de las organizaciones jerarquizadas no hubieran
sido superados por un proyecto de todos¡. En consecuencia, en sus programas la educaci贸n
escolar debe reservar tiempo y ocasiones suficientes para iniciar desde muy temprano a los
j贸venes en proyectos cooperativos, en el marco de actividades deportivas y culturales y
mediante su participaci贸n en actividades sociales: renovaci贸n de barrios, ayuda a los mas
desfavorecidos, acci贸n humanitaria servicio de solidaridad entre las generaciones, etc茅tera. Las
3
Carnegie corporation of New York, Education for conclit resolution.Extracto del annual report 1994,
por David A. Hamburg, presidente de la Carnegie Corporation de New York
dem谩s organizaciones educativas y las asociaciones deben tomar el relevo de la escuela en
estas actividades. Adem谩s, en la practica escolar cotidiana, la participaci贸n de lo profesores y
alumnos en proyectos comunes pueden engendrar el aprendizaje de un m茅todo de soluci贸n de
conflictos y ser una referencia para la vida futura de los j贸venes, enriqueciendo al mismo
tiempo la relaci贸n entre educadores y educandos.
Aprender a ser
Desde su primera reuni贸n, la comisi贸n ha reafirmado en茅rgicamente un principio fundamental:
la educaci贸n debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia,
sensibilidad, sentido est茅tico, responsabilidad individual, espiritualidad. Todos los seres
humanos deben estar en condiciones, en particular gracias a la educaci贸n recibida en su
juventud, de dotarse de un pensamiento aut贸nomo y cr铆tico y de elaborar un juicio propio,
para determinar por s铆 mismos qu茅 deben hacer en las diferentes circunstancias de la vida.
El informe aprende a hacer (1972) manifestaba en su pre谩mbulo el temor a una
deshumanizaci贸n del mundo vinculada a la evoluci贸n tecnol贸gica.4. La evoluci贸n general de las
sociedades desde entonces y, entre otras cosas, el formidable poder adquirido por los medios
de comunicaci贸n masiva, ha agudizado ese temor y dado m谩s legitimidad a la advertencia que
suscit贸. Posiblemente, en el siglo XXI amplificar谩 estos fen贸menos, pero el problema ya no
ser谩 tanto preparar a los ni帽os para vivir en una sociedad determinada sino, m{as bien, dotar a
cada cual de fuerzas y puntos de referencia intelectuales permanentes que le permitan
comprender el mundo que le rodea y comportarse como un elemento responsable y justo.
M谩s que nunca, la funci贸n esencial de la educaci贸n es conferir a todos los seres humanos la
libertad de pensamiento, de juicio, de sentimientos y de imaginaci贸n que necesitan para que
sus talentos alcancen la plenitud y seguir siendo art铆fices, en la medida de lo posible, de su
destino.
Este imperativo no es solo de naturaleza individualista: la experiencia reciente
demuestra que lo que pudiera parecer 煤nicamente un modo de defensa del ser humano frente
a un sistema alienante o percibido como hostil es tambi茅n, a veces, la mejor oportunidad de
progreso para las sociedades. La diversidad de personalidades, la autonom铆a y el esp铆ritu de
iniciativa, incluso el gusto por la provocaci贸n son garantes de la creatividad y la innovaci贸n.
Para disminuir la violencia o luchar contra los distintos flagelos que afectan a la sociedad,
m茅todos in茅ditos derivados de experiencias sobre el terreno, han dado prueba de su eficacia.
En un mundo en permanente cambio uno de cuyos motores principales parece ser la
innovaci贸n tanto social como econ贸mica, hay que conceder un lugar especial a la imaginaci贸n y
a la creatividad; manifestaciones por excelencia de la libertad humana, pueden verse
amenazadas por cierta normalizaci贸n de la conducta individual. El siglo XXI necesitar谩 muy
diversos talentos y personalidades, adem谩s de individuos excepcionales, tambi茅n esenciales en
toda civilizaci贸n. Por ello, habr谩 que ofrecer a ni帽os y j贸venes todas las oportunidades posibles
de descubrimiento y experimentaci贸n est茅tica, art铆stica, deportiva, cient铆fica, cultural y
social que completaran la presentaci贸n atractiva de lo que en esos 谩mbitos hayan creado las
generaciones anteriores o sus contempor谩neos. En la escuela, el arte y la poes铆a deber铆an
recuperar un lugar m谩s importante que el que les concede, en muchos pa铆ses, una ense帽anza
interesada en lo utilitario m谩s que en lo cultural. El af谩n de fomentar la imaginaci贸n y la
4
“... el riesgo de alimentaci贸n de su personalidad, impl铆cito en las formas obsesivas de la propaganda y
de la publicidad, en el conformismo de los comportamientos que pueden ser impuestos desde el
exterior, en detrimento de las necesidades autenticas y de la identidad intelectual y afectiva de cada cual.
“riesgo de expulsi贸n, por las maquinas, del mundo laboral donde tenia al menos la impresi贸n de
moverse libremente y determinarse a su arbitrio”. Aprender a ser, informe de la Comisi贸n Internacional
para el desarrollo de la Educaci贸n, UNESCO- Alianza Editorial, Madrid, 1987,p谩g. 31
creatividad deber铆a tambi茅n llevar a revalorar la cultura oral y los conocimientos extra铆dos de
la experiencia del ni帽o o del adulto.
As铆 pues, la Comisi贸n hace plenamente suyo el postulado del informe aprender a ser
“... El desarrollo tiene por objeto el despliegue completo del hombre en toda su riqueza y en la
complejidad de sus expresiones y de sus compromisos; individuo, miembro de una familia y de
su colectividad, ciudadano y productor, inventor de t茅cnicas y creador de sue帽os”. Este
desarrollo del ser humano, que va del nacimiento al fin de la vida, es un proceso dial茅ctico que
comienza por el conocimiento de s铆 mismo y se abre despu茅s a las relaciones con los dem谩s.
En este sentido, la educaci贸n es ante todo un viaje interior cuyas etapas corresponden a las de
la maduraci贸n, constante de la personalidad. En el caso de una experiencia profesional positiva,
la educaci贸n, como medio para alcanzar esa realizaci贸n, es, pues, a la vez un proceso
extremadamente individualizado y una estructuraci贸n social interactiva.
Huelga decir que los cuatro pilares de la educaci贸n que acabamos de describir no
pueden limitarse a una etapa de la vida o a un solo lugar. Como veremos en el capitulo
siguiente, es necesario replantear los tiempos y los 谩mbitos de la educaci贸n, y que se
complementen e imbriquen entre si, a fin de que cada persona, durante toda su vida, pueda
aprovechar al m谩ximo un contexto educativo e constante enriquecimiento.
Pistas y recomendaciones
• La educaci贸n a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender
a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser.
• Aprender a conocer, combinando una cultura general suficientemente amplia con la
posibilidad de profundizar los conocimientos en un peque帽o n煤mero de materias. Lo que
supone adem谩s: aprender a aprender para poder aprovechar las posibilidades que ofrece la
educaci贸n a lo largo de la vida.
• Aprender a hacer a fin de adquirir no s贸lo una calificaci贸n profesional, m谩s generalmente
una competencia que capacite al individuo para hacer frente a gran n煤mero de situaciones
y a trabajar en equipo. Pero, tambi茅n, aprender a hacer en el marco de las distintas
experiencias sociales o de trabajo que se ofrecen a los j贸venes y adolescentes bien
espont谩neamente a causa del contexto social o nacional, bien formalmente gracias al
desarrollo de la ense帽anza por alternancia.
• Aprender a vivir juntos desarrollando la comprensi贸n del otro y la percepci贸n de las
formas de interdependencia realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los
conflictos respetando los valores de pluralismo, comprensi贸n mutua y paz.
• Aprender hacer para que florezca mejor la propia personalidad y se est茅 en condiciones de
obrar con creciente capacidad de autonom铆a, de juicio y de responsabilidad personal. Con
tal fin, no menos preciar en la educaci贸n ninguna de las posibilidades de cada individuo:
memoria, razonamiento, sentido est茅tico, capacidades f铆sicas, aptitudes para comunicar...
• Mientras los sistemas educativos formales propenden a dar prioridad a la adquisici贸n de
conocimientos, en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la
educaci贸n como un todo. En esa concepci贸n deben buscar inspiraci贸n y orientaci贸n las
reformas educativas, en la elaboraci贸n de los programas y en la definici贸n de nuevas
pol铆ticas pedag贸gicas.
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